Pequeña Incidencia
Pues si, ha habido una pequeña incidencia. Maese Yorick, el Peregrino, ha tenido un esguince de tobillo y deberá guardar reposo, al menos, durante 21 días.
Menos mal que, el peregrinar de Maese Yorick, no tiene nada que ver con ese deporte de riesgo en el que se ha convertido el noble y saludable arte de pasear.
Siempre ha sido muy cuidadoso con las cosas del cuerpo, atendiendo a pies juntillas aquél noble refrán español que dice "carrera que no da el caballo, en el cuerpo la lleva" y así, nunca visitó un gimnasio porque, con buen criterio, entendió que no podía ser bueno levantar tanto peso gratuitamente, sin contar con el poco pan que correspondía al sudor emergente. Tampoco fue amigo de los deportes de competición, al entender que uno ya no tenía edad para desplazamientos. Y qué decir de los deportes pachanguiles, si, esos que se realizan entre amigos y que, en el mejor de los casos, solo te aportan unas agujetas de mil pares de narices y una inmovilidad semi absoluta para el resto del mes entrante. Eso sin entrar en la ridiculez que conlleva el lesionarte haciendo deporte de este tipo, que ni es deporte ni es ná, sino más bien una especie de quiero y no puedo.
Rehusó también los deportes individuales, por no decir solitarios, como el footing, dada la vergüenza que acarrea ser adelantado por los cochecitos de bebes, mientras tu desaguas tu cuerpo en el llamado trote cochinero.
Huyó incluso de los deportes llamados de "participación pasiva", es decir, aquellos que, en teoría, no comportan más riesgo que la mera asistencia como espectador, pero a sabiendas de que en cualquier momento puede escaparse un balonazo y joderte el pavino.
Item más, huyó incluso de la lectura directa del Marca, toda vez que visto el agresivo anuncio, bien pudiera despistarse alguna leche y acarrearte males mayores.
Así y todo, y evitando como vemos todo aquello que perjudica gravemente el normal funcionamiento de la salud, no pudo evitar encontrarse de frente con el infortunio.
Por eso, hoy día dieciséis del décimo mes del año dos mil tres de nuestra vida, nos deja un mensaje claro: "No salgais ahí fuera, que está la cosa muy malita".
Que tengais un buen día.
La conciencia de Maese Yorick
Menos mal que, el peregrinar de Maese Yorick, no tiene nada que ver con ese deporte de riesgo en el que se ha convertido el noble y saludable arte de pasear.
Siempre ha sido muy cuidadoso con las cosas del cuerpo, atendiendo a pies juntillas aquél noble refrán español que dice "carrera que no da el caballo, en el cuerpo la lleva" y así, nunca visitó un gimnasio porque, con buen criterio, entendió que no podía ser bueno levantar tanto peso gratuitamente, sin contar con el poco pan que correspondía al sudor emergente. Tampoco fue amigo de los deportes de competición, al entender que uno ya no tenía edad para desplazamientos. Y qué decir de los deportes pachanguiles, si, esos que se realizan entre amigos y que, en el mejor de los casos, solo te aportan unas agujetas de mil pares de narices y una inmovilidad semi absoluta para el resto del mes entrante. Eso sin entrar en la ridiculez que conlleva el lesionarte haciendo deporte de este tipo, que ni es deporte ni es ná, sino más bien una especie de quiero y no puedo.
Rehusó también los deportes individuales, por no decir solitarios, como el footing, dada la vergüenza que acarrea ser adelantado por los cochecitos de bebes, mientras tu desaguas tu cuerpo en el llamado trote cochinero.
Huyó incluso de los deportes llamados de "participación pasiva", es decir, aquellos que, en teoría, no comportan más riesgo que la mera asistencia como espectador, pero a sabiendas de que en cualquier momento puede escaparse un balonazo y joderte el pavino.
Item más, huyó incluso de la lectura directa del Marca, toda vez que visto el agresivo anuncio, bien pudiera despistarse alguna leche y acarrearte males mayores.
Así y todo, y evitando como vemos todo aquello que perjudica gravemente el normal funcionamiento de la salud, no pudo evitar encontrarse de frente con el infortunio.
Por eso, hoy día dieciséis del décimo mes del año dos mil tres de nuestra vida, nos deja un mensaje claro: "No salgais ahí fuera, que está la cosa muy malita".
Que tengais un buen día.
La conciencia de Maese Yorick
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